Manuel Burillo cabeza de una saga de futbolistas
Manuel Burillo Pinós, 78 años y ex jugador del Club Deportivo Caspe, ha sabido transmitir los valores del deporte a sus hijos y nietos, y especialmente los del que ha practicado, el fútbol
Manuel Burillo debutó en el Club Deportivo Caspe el dos de octubre de 1960 en el Caspe 3 - Fraga 1 cuando todavía era juvenil. El entonces presidente, Florencio Repollés, lo enroló en el primer equipo sabedor de su pasión por el fútbol.
"Cuando estaba de presidente Florencio Repollés me dijo el primer año, venga vas a jugar, y el segundo ya le pedí alguna perra y me dijo, pero tú de qué vas si no salieras a jugar te morirías del disgusto con lo que te gusta. Puede que me diera algo de ficha y en aquellos tiempos ganábamos poco recao, pero aún me dio, toma pero esto demasiado eh. Y aún me dio cuatro mil pesetas y luego una paguita que había pero bueno… yo pasé de juvenil al Caspe. Empecé jugado arriba pero al final terminé jugando atrás de libre y de central. Pero, oye, todos los domingos jugábamos."
Aunque su faceta principal no era la de goleador, se estrenó de cara a portería contraria a los nueve partidos de debutar, fue en el Caspe 3 – Andorra 0 de la temporada 60/61 marcando el segundo gol de la tarde.
"Yo tenía facultades, fuerza y eso. No he estado nunca lesionado que fue una ventaja buena, si no hubiera tenido que abandonarlo. Al estar en el pueblo pues entrenábamos bastante, iba a todos los entrenamientos. Yo banquillo, prácticamente no he mordido. Empecé en el centro del campo, después de ocho mucho tiempo y luego, cuando era más mayor, me pasaron atrás y terminé jugando atrás de libre. Cuando marcaba algún gol resultaba extraño porque normalmente no marcaba goles."
Burillo no tuvo nunca problemas con los árbitros, aunque en una ocasión las pulsaciones le jugaron una mala pasada. Fue en la temporada 69/70 en un Lamusa-Caspe cuando le protestó al juez de línea por un fuera de juego que su hermano, el árbitro, no se lo pasó.
"Solo he estado una vez expulsado. Un fuera de juego que para mi era claro, el único gol que metí así, fui cara él y le dije la palabrota mamón, me sacó la roja y es la única vez que he estado expulsado. Me pusieron dos partidos."
Entre las personas que le han dejado huella estaba Ángel Ferreres, un zapatero que años después emigraría a Barcelona. Ferreres entrenaba al equipo juvenil cuando jugó el campeonato regional y Manuel Burillo recuerda, además, que se encargaba de hacer las botas para los jugadores.
"La ropa nos la lavaba el conserje y no la teníamos que llevar a casa. Uno que estaba en Caspe de zapatero nos hacía las botas para el fútbol, Ferreres, que era directivo, un hombre muy nombrado en el pueblo. A nosotros nos las hacía todas él."
Manuel Burillo jugó diez temporadas en el Club Deportivo Caspe, desde la 60/61 a la 70/71. Solo estuvo ausente en la 64/65 cuando fue llamado a filas. Pero aún así no dejó la práctica del fútbol y fichó por el Jacetano.
"Fui a la mili, a los 22 años, y allí jugué con el Jacetano. Me dieron la baja del Caspe y me fue muy bien porque hice una mili preciosa. Estuve dieciséis meses pero estaba rebajado de todo porque, además, tenía el oficio y en dos baños pasé los dieciséis meses que estuve allí."
Manuel sigue el fútbol con mucha intensidad y en todos estos años, desde que dejó de jugar hasta la fecha, ha acumulado la suficiente experiencia como para discernir claramente las diferencias entre el fútbol que se practicaba cuando se vestía de corto y el que se juega en la actualidad.
"Algún partido al salir del descanso parecía que te iban a comer. Ahora no tanto pero entonces la gente era más bruta. Palabrotas y en fin. El fútbol era más directo porque ahora, a veces, te aburres también. Venga pases, cortando, pasando, lo hacen demasiado. Entonces eran balones largos y eso, fuerza y velocidad, y si entrenabas bastante aguantabas los partidos. Nosotros en Tercera no éramos de los de arriba pero aún estuvimos aguantando."
Manuel Burillo Pinós no ha dejado de seguir al Club Deportivo Caspe y en la actualidad es el socio número dos. Su afición, más el seguimiento a su hijo y a su nieto, le posibilita una entrada fija en los Rosales cada domingo. Vive el fútbol desde dentro y desde fuera y recorre el campo los noventa minutos, quizás, porque durante mucho tiempo solo ha tenido que asomarse a la ventana para ver como entrenaba y como jugaba su equipo.
Manuel Burillo lucha un balón con un contrario.
Manuel Burillo encara al portero contrario en un campo repleto de espectadores.